Galerida theklae Brehm, AE, 1857 Nombre:

Cogujada montesina

Ámbito:

Terrestre

    Origen:

Nativa

    Identificador:

12316

Mundial. Especie politípica distribuida por dos grandes zonas, un área principal ibero-norteafricana, que penetra algo por el sur de Francia en su borde norte, y se extiende desde las costas occidentales del Sahara hasta Libia por su borde sur, y un área secundaria en Somalia, Etiopía y Eritrea (Cramp, 1988). España. Se distribuye ampliamente por toda la región mediterránea peninsular, Ceuta, Melilla y Baleares, y está ausente de Canarias e islas menores del Mediterráneo.

Parece faltar en zonas de ambas mesetas (parte de Zamora, Ávila, Madrid, Toledo y Ciudad Real), Extremadura (Badajoz), Sierra Morena central (norte de Córdoba), valle del Guadalquivir, norte de Cataluña (Girona y Barcelona) y el SE (Alicante y Murcia). El área de distribución se ha ampliado notablemente con respecto a la estimada en el atlas anterior (Purroy, 1997), lo cual se debe muy probablemente a una mejor prospección. No obstante, gran parte de las ausencias aún detectadas, y en particular las referidas al sur de Ávila, Toledo, Badajoz y Sierra Morena de Córdoba, sólo pueden atribuirse a confusión con la Cogujada Común.

Las poblaciones de la Península y Baleares pertenecen a la subespecie nominal, mientras que las de las ciudades norteafricanas corresponderían a la subespecie erlangeri (Purroy, 1997). Se han descrito individuos con plumajes intermedios entre esta especie y la muy similar Cogujada Común, que algunos autores consideran híbridos interespecíficos (Tellería et al., 1999). Su área de distribución está muy determinada por sus preferencias de hábitat de nidificación y, además, las poblaciones ibéricas son muy sedentarias, aunque existen evidencias que sugieren movimientos nomádicos de las zonas más elevadas y norteñas a las más bajas y meridionales.

Ocupa una gran variedad de medios despejados, tales como dunas costeras, espartales, matorrales de porte variado y bosques abiertos, aunque evita los cultivos (Purroy, 1997, Tellería et al., 1999). Estas preferencias explican su ausencia de amplias zonas de la meseta norte, La Mancha, ambas orillas del Guadalquivir y zonas de Alicante y Murcia, pero no las señaladas más arriba como posibles confusiones con la Cogujada Común. Su selección de hábitat le permite distribuirse desde el nivel del mar hasta la alta montaña (1.400-1.500 m en el centro y norte y hasta los 2.200 m en Sierra Nevada; Tellería et al., 1999), y es complementaria a la de la Cogujada Común en las zonas en que coinciden.

En las estepas cerealistas supramediterráneas evita los cultivos y ocupa eriales arbustivos (Tellería et al., 1988a y b), mientras que en las dehesas extremeñas evita las cultivadas con cereal y selecciona las no cultivadas (Pulido & Díaz, 1992). En la Comunidad de Madrid evita las áreas cultivadas, selecciona los jarales, retamares, coscojares, espartales y pastizales y llega incluso a ocupar encinares y enebrales (Díaz et al., 1994). Ubica sus nidos en el suelo, al abrigo de matas bajas (Yanes et al., 1996), y se alimenta de semillas, artrópodos y pequeños caracoles (Tellería et al., 1999).

La cogujada montesina es un ave propia de ambientes mediterráneos abiertos mostrando una preferencia clara por matorrales bajos y eriales; entra también en cultivos extensivos de secano y ambientes arbustivos no muy densos, pero evita en gran medida las formaciones arboladas, áreas de cultivo extensas y zonas periurbanas fuertemente antropizadas (Tellería et al., 1988b; Seoane en Del Moral et al., 2002; Carrascal et al., 2003; Callizo y Bustamante en Herrando et al., 2011). La configuración ambiental que maximiza su frecuencia de aparición en la Península, promediando una aparición del 2% de los muestreos por cuadrícula, corresponde simplemente a zonas de la mitad meridional del país que no sean netamente llanuras (siempre requiere más de 145 m de desnivel); en el caso del suroeste peninsular esta frecuencia la alcanza cuando las precipitaciones invernales no llegan a los 100 mm. En Baleares aparece en el 33% de los muestreos en cualquier localidad que supere los 100 m de altitud media, pero si no existen más de 26 km2 de cobertura forestal. Ateniéndose a las 22 categorías ambientales definidas se observa que, durante el invierno, muestra una clara preferencia por ambientes abiertos con una selección positiva destacada de los matorrales.

También selecciona positivamente, aunque con menor intensidad, herbazales y ambientes de mayor cobertura vegetal como cultivos arbóreos, encinares/alcornocales y enebrales/sabinares. Rehúye claramente las formaciones forestales, cultivos de regadío e inundación y áreas urbanas y periurbanas. Si se compara con la cogujada común, se observa que ambas muestran un índice de selección negativo acusado para formaciones forestales, hay dos categorías que ocupan proporcionalmente a su disponibilidad que son los cultivos de secano y los mosaicos agropecuarios, y en el resto muestran un comportamiento antagónico.

Sabido es que el binomio cogujada montesina/cogujada común es uno de los más complicados de diferenciar, sobre todo para observadores poco experimentados, en condiciones de observación difíciles y cuando las exigencias del censo no permiten dedicar mucho tiempo a la identificación segura. Teniendo en cuenta que en invierno las manifestaciones acústicas son más reducidas, que estas especies pueden incorporar cantos y reclamos de otras del entorno y que puede haber morfos intermedios (Abs, 1963; Cramp, 1988), no puede excluirse la posibilidad de confusión entre ambas especies y de ahí la necesidad de tomar con precaución los resultados obtenidos en las categorías ambientales en las que ambas coinciden y son más abundantes, a saber, los cultivos de secano y los mosaicos agropecuarios muy fragmentados. La densidad más elevada, 43 aves/km2, corresponde a mosaicos agropecuarios muy fragmentados, tipo al que siguen los cultivos de secano con 30 aves/km2 y los matorrales, donde la densidad media baja a 26 aves/km2.

Reproductor 1.400.000-1.600.000 parejas.

La preferencia por medios abiertos, la nidificación en el suelo y la alimentación basada en artrópodos y semillas de malas hierbas implican una cierta sensibilidad de esta especie tanto a la intensificación agrícola como a la reconversión de pastizales y eriales en plantaciones de árboles. De hecho, el declive de la población española observado entre 1970 y 1990, se ha atribuido a la transformación de áreas esteparias en regadíos y las plantaciones de árboles (Tucker & Heath, 1994). Las drásticas disminuciones observadas en áreas supuestamente protegidas se han atribuido al aumento de la depredación de nidos por depredadores generalistas atraídos por la mayor abundancia de presas en estas pequeñas reservas (Suárez et al., 1993).

Propuestas: - Conservación de los usos tradicionales agrícolas y del hábitat, principalmente mediante el establecimiento de reservas naturales. - Existentes: - Mantenimiento de la Reserva Ornitológica de Las Amoladeras en Cabo de Gata (Almería).